sábado, 2 de diciembre de 2017

Deus Caritas Est. Benedicto XVI



He redescubierto recientemente los conciertos para piano de WA Mozart. Asistí el mes pasado a una interpretación del N19 en las prodigiosas manos de Christian Zacharias, y no he podido evitar después escuchar los siguientes, el N20 y sobre todo el N21. Al escuchar esa música uno tiene la tentación de clasificar toda la historia de la música en dos épocas: la época de espera a Mozart, y la época de recuerdo a Mozart. 

E inmediatamente uno lo traspone a los escritos del Papa Emérito Benedicto.

Y es que en esta su primera encíclica, de apenas 86 páginas, queda delineado el concepto esencial de la caridad cristiana. Comienza por la definición del amor, y concluye con su identificación como fuente de toda la acción de la Iglesia.

"La devoción de los fieles (a la Virgen María) muestra al mismo tiempo la intuición infalible de cómo es posible este amor: se alcanza merced a la unión más íntima con Dios, en virtud de la cual se está embargado totalmente de Él, una condición que permite a quien ha bebido en el manantial del amor de Dios convertirse a sí mismo en un manantial "del que manarán torrentes de agua viva" (Jn 7,38)".  

Termina la encíclica con esta oración, tan sencilla, pero a la vez profunda en su tratamiento de los conceptos de la luz, el agua, el conocimiento y el amor.

"Santa María, Madre de Dios,
tú has dado al mundo la verdadera luz,
Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.
Te has entregado por completo 
a la llamada de Dios
y te has convertido así en fuente 
de la bondad que mana de Él.
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él.
Enséñanos a conocerlo y amarlo,
para que también nosotros 
podamos llegar a ser capaces
de un verdadero amor
y a ser fuentes de agua viva
en medio de un mundo sediento."

Como la de WA Mozart, música dulcísima para nuestras almas.

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