viernes, 13 de octubre de 2017

Libro de Jonás. Profeta Jonás en el Antiguo Testamento.



Del libro de Jonás impresiona el intento continuado del profeta de escapar al mandato de Dios. En su caso, además, no es que este mandato se trate de una sutil sugerencia, ni de una llamada más o menos velada. Jonás debió de ser un hombre muy amado por Dios, ya que el Señor le da una orden clara y precisa, y además se la comunica de manera directa e inequívoca. Por si todo ello fuera poco, la voz del Señor que habla a Jonás le informa sobre la perversidad de los habitantes de Nínive.

Y sin embargo, Jonás traiciona esa confianza de Dios, y decide escabullirse. Lo cual a nuestros ojos, constituye una perversidad mayor que la de los ignorantes ninivitas.

¿Cómo sería el viaje de huida de Jonás? Sin duda el profeta reconocería el designio divino en las calamidades que sobrevenían a la embarcación. Pero, a pesar de toda esa angustia, grave en sus compañeros de viaje, Jonás es capaz de ¡quedarse dormido!.
Pocas personalidades en toda la historia del pueblo escogido tan desconcertantes como las de este profeta Jonás.

A la vista de un inminente naufragio, él mismo pide a los navegantes que le arrojen al mar tempestuoso.

Hasta hace poco, siempre me había imaginado a Jonás presa de la histeria, desesperado por los remordimientos de conciencia. Pero últimamente he sido capaz de dar a su figura una lectura diametralmente diferente. Se trataría de mirar a Jonás como a alguien absolutamente confiado en el amor que Dios le tiene. Tal es su confianza en Dios que es capaz de tratar de tomarle el pelo.

Se sabe tan amado por Dios que incluso es capaz de pedir que le arrojen al mar. ¡Algo hará Dios por salvarme! ¡Como si tiene que enviar una ballena!

Removido por el amor de Dios y su predilección, el profeta se presenta finalmente en Nínive, donde por su predicación consigue salvar a todo ése pueblo. Lo hace, además, en contra de su propia voluntad, ya que ni aún después de salvar la ciudad se muestra satisfecho por la acción divina.

¡Qué gran tipo este Jonás! Es capaz de tratar a Dios como si de un amigo de la infancia se tratara. 
¡Y qué conmovedora la predilección del Señor por un hombre de carne y hueso!

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