Allí donde sufre la familia, la Iglesia sufre, y viceversa. Ante este panorama, el Papa Francisco publicó la exhortación apostólica Amoris Laetitia, sobre el amor en la familia.
Una de las ideas que con mayor fuerza aparecen es la necesidad de ver la familia como sujeto de Evangelización. Puede que hasta ahora se pensara en la Evangelización como un asunto de implicación personal de algunas personas, de misioneros, o incluso, en el mejor de los casos, de todos los cristianos, incluyendo a los laicos, pero creo que es una novedad radical el pensar la familia como agente evangelizador. Pensar la familia cristiana como sujeto de transformación de la sociedad, con sus relaciones de cariño conyugal y paterno-filial. Se trata de animar a las familias cristianas a hacer un apostolado de toda la familia. De ahí que la propia Iglesia se impregne, a su vez, de una esencia más familiar. El nuevo sujeto de Evangelización que surge de la Amoris Laetitia es la suma de Iglesia y familia. Iglesia-familiar y Familia-Evangelizadora.
Al darle tanta relevancia a la familia, aparecen también, todas aquellas situaciones en las que la familia está herida. Estas heridas tienen su origen en el individualismo y en el funcionalismo. De estas ideologías surge la soledad, la gran enfermedad espiritual de nuestro tiempo. Es aquí a donde se dirige la atención del Papa Francisco y de la Iglesia, al acercase a todas las familias, con especial cariño a aquellas que han quedado heridas. En la fragilidad de la alianza entre marido y mujer es de donde toma fuerza la ideología de género, que está basada en el individualismo, ya que es el individuo el único que se autodefine, sin tener en cuenta su propia naturaleza, ni las relaciones que son consecuencia de esta.
Siendo consciente de todas estas dificultades, el Papa Francisco propone ayudar sin condenar y ser misericordiosos. Curar las heridas, escuchar, acompañar, discernir e integrar.
Para superar esta situación de fragilidad, de soledad, es en donde la Iglesia propone la medicina de la familiaridad. Nos propone redescubrir la vocación histórica de la alianza entre mujer y hombre, no tanto como un asunto espiritual, sino como una fuerza de transformación de la sociedad. Construir una familia para cambiar la sociedad. Redescubrir la familia, aunque no ésta no esté en plenitud.
En el mundo de hoy, sólo el Papa Francisco, tras los pasos de San Juan Pablo II y Benedicto XVI, está planteando soluciones reales y universales a todos estos problemas tan urgentes. Ningún otro líder lo está haciendo, en parte porque también el liderazgo ha caído bajo la amenaza de lo provisional. En medio de todo este mundo virtual y efímero, la propuesta de una Iglesia familiar y una familia Evangelizadora es realmente una luz esperanzadora para los creyentes y para todas las personas de buena voluntad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario