lunes, 20 de febrero de 2017

Libro de Jeremías. Profeta Jeremías en el Antiguo Testamento.



"Maldito el que hace la obra del Señor con negligencia". Jeremías 48, 10.

A los cristianos de hoy en día, este libro nos muestra cómo los miembros de la Iglesia también en la actualidad estamos en manos del Señor. Corremos el peligro de alejarnos de su Amor, para dar culto a los "dioses extranjeros". Pero en realidad, toda nuestra vida está en sus manos. Y sólo de Dios nos llega todo bien que podemos alcanzar.

Por ello es un sinsentido rechazar su Amor y dejar de bendecir su Nombre y no cultivar la relación de intimidad con Él. 

A pesar de todos los desvelos del Señor por su Iglesia, al igual que con el pueblo elegido del Antiguo Testamento, el Señor permite que las calamidades y los pueblos enemigos la dobleguen, por haberse alejado de su culto amoroso. El buen Dios se sirve incluso del rey extranjero Nabucodonosor para depurar el amor de su pueblo hacia Él, y para salvar una pequeña porción de su Pueblo, que será quien mantenga la Luz de su Revelación.

En la Iglesia, a pesar de todo,  habrá siempre un resto de personas santas, bajo la predilección del Señor. Como el profeta Jeremías, esas son las que guían al pueblo del Señor en su Historia de Salvación, a pesar de que Él permita épocas de oscuridad y calamidades, resultado siempre del alejamiento de su Camino.

"Jeremías es el segundo de los profetas mayores. Su libro está centrado en la figura y predicación del profeta Jeremías, que vivió en las últimas décadas del reino de Judá (año 605 a.C. y siguientes). Fueron años de singular importancia, pues en ellos ocurrió la caída del imperio asirio, el renacer del babilónico y la desaparición definitiva del reino de Judá con la deportación a Babilonia de las personas que tenían más influencia en el país". Sagrada Biblia. Tomo 4: Libros proféticos. EUNSA.

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